Diez años me ha llevado la preparación de esta nueva versión de la Biblia, a pesar de haber contado, en un principio, con la colaboración de muy ilustres escrituristas.
El Nuevo Testamento apareció ya en 1968, Con sus cuatro ediciones castellanas, más la edición brasileña, llega ya a casi dos millones de ejemplares, distribuidos en España y en Iberoamérica,
Colaboradores.
Respecto del Antiguo Testamento, me ayudaron eficazmente en mi trabajo, como primera traducción básica, mis buenos amigos, ya consagrados en los estudios bíblicos, a saber: Pentateuco, el ya difunto padre Luis Arnaldich, O.F.M.; Libros históricos generales, el padre Maximiliano García Cordero, O.P.; Libros históricos particulares y Macabeos, el padre Felipe de Fuenterrabía, O.F.M.Cap.; Job, Proverbios y Eclesiastés, el Dr. Alfonso de la Fuente Adánez; Salmos y Cantar, el Dr. Ángel González Núñez; Sabiduría y Eclesiástico, el padre Felipe de Fuenterrabía, O.F.M.Cap.; Profetas, mayores y menores, el padre Olegario García de la Fuente, O.S.A.
En cuanto al Nuevo Testamento, se reimprime aquí la 3.a edición del Nuevo Testamento, versión ecuménica, preparada, en su traducción básica, por los siguientes colaboradores: los cuatro Evangelios y Romanos, el padre Serafín de Ausejo, O.F.M. Cap; Hechos de los Apóstoles, el Dr. Salvador Muñoz Iglesias; Primera y Segunda a Corintios, Cartas Católicas y Apocalipsis, el padre Felipe de Fuenterrabía, O.F.M. Cap.; desde Gálatas hasta Hebreos, el Dr. José María González Ruiz. En la revisión de esta versión colaboraron también, bajo mi dirección responsable, varios católicos y protestantes de España y de Hispanoamérica.
Debo agradecer a todos mis colaboradores la amplia confianza que pusieron en mí. Todos ellos, y siguiendo las normas establecidas por la Editorial Herder, firmadas en el contrato de colaboración, pusieron en mis manos sus respectivos manuscritos, con el fin de que yo me encargara de revisarlos, de confrontar con los textos hebreo y griego la traducción y de darle a ésta cierta uniformidad de léxico y estilo. Por consiguiente, la redacción unificadora es mía, aunque sirviéndome siempre de la traducción previa que los distintos colaboradores me entregaron.
Debo agradecer a todos mis colaboradores la amplia confianza que pusieron en mí. Todos ellos, y siguiendo las normas establecidas por la Editorial Herder, firmadas en el contrato de colaboración, pusieron en mis manos sus respectivos manuscritos, con el fin de que yo me encargara de revisarlos, de confrontar con los textos hebreo y griego la traducción y de darle a ésta cierta uniformidad de léxico y estilo. Por consiguiente, la redacción unificadora es mía, aunque sirviéndome siempre de la traducción previa que los distintos colaboradores me entregaron.
Textos hebreo y griego utilizados.
Para el Antiguo Testamento todos nos hemos servido de la edición ya clásica de Kittel, en cuanto al texto hebreo, y de la de Rahlfs para el griego. Para el Nuevo Testamento hemos seguido el texto griego que ofrece la ya clásica edición de Nestle-Aland, confrontado con el de la moderna edición de las Sociedades Bíblicas europeas y americanas, The Greek New Testament.
Criterios básicos de la versión.
Se ha procurado en ella, por encima de todo, la máxima fidelidad al texto sagrado original. En el Nuevo Testamento, las correcciones del texto son mínimas, por no decir nulas. En cuanto al Antiguo Testamento, ya es del dominio común que en no pocas ocasiones no hay más remedio que vocalizar el texto hebreo de forma diferente a como aparece en el texto masorético, o incluso cambiar las consonantes. En este aspecto hemos procurado ser sumamente parcos-Si los LXX ofrecen un texto que supone una lectura consonantica hebrea mejor que la actual del texto masorético es cuestión muy discutible, que debe justificarse en cada caso, cosa nada fácil en una edición manual como la presente. Nuestro empeño ha sido reproducir «la verdad hebraica» (como decía san Jerónimo) con la máxima fidelidad y sacar el mayor provecho posible del texto hebreo como todavía se conserva. De aquí la acusada moderación de cambios textuales a base de los LXX o de conjeturas críticas. Sin embargo, especialmente en los libros sapienciales y en algunos pasajes proféticos, ha sido necesario admitir no pocas variantes del texto masorético, unas veces cambiando el texto consonantico y otras solamente la vocalización. Todas esas variantes quedaron registradas en las notas que tengo en mi poder. Pero, ante la dificultad de la composición tipográfica que ofrecen, tanto si se reproducen con tipos hebreos como si se utiliza su transcripción latina con signos diacríticos, han sido omitidas totalmente aquí, por tratarse de una edición manual. Los especialistas fácilmente pueden reconstruirlas a base de nuestra versión; y para el lector medio es innecesaria la presentación de tales variantes.
Criterios básicos de la versión.
Se ha procurado en ella, por encima de todo, la máxima fidelidad al texto sagrado original. En el Nuevo Testamento, las correcciones del texto son mínimas, por no decir nulas. En cuanto al Antiguo Testamento, ya es del dominio común que en no pocas ocasiones no hay más remedio que vocalizar el texto hebreo de forma diferente a como aparece en el texto masorético, o incluso cambiar las consonantes. En este aspecto hemos procurado ser sumamente parcos-Si los LXX ofrecen un texto que supone una lectura consonantica hebrea mejor que la actual del texto masorético es cuestión muy discutible, que debe justificarse en cada caso, cosa nada fácil en una edición manual como la presente. Nuestro empeño ha sido reproducir «la verdad hebraica» (como decía san Jerónimo) con la máxima fidelidad y sacar el mayor provecho posible del texto hebreo como todavía se conserva. De aquí la acusada moderación de cambios textuales a base de los LXX o de conjeturas críticas. Sin embargo, especialmente en los libros sapienciales y en algunos pasajes proféticos, ha sido necesario admitir no pocas variantes del texto masorético, unas veces cambiando el texto consonantico y otras solamente la vocalización. Todas esas variantes quedaron registradas en las notas que tengo en mi poder. Pero, ante la dificultad de la composición tipográfica que ofrecen, tanto si se reproducen con tipos hebreos como si se utiliza su transcripción latina con signos diacríticos, han sido omitidas totalmente aquí, por tratarse de una edición manual. Los especialistas fácilmente pueden reconstruirlas a base de nuestra versión; y para el lector medio es innecesaria la presentación de tales variantes.
De aquí se deducen los dos principios generales que han regido la presente versión:
Primero: reflejar fielmente el sentido literal del texto sagrado. Pero ello no comporta presentar una traducción verbal, palabra por palabra, que en el castellano de hoy, dada la diferencia de épocas y de lenguas, resultaría, especialmente por lo que respecta al hebreo, una traducción pesada, confusa, inaguantable y aun ininteligible. El pensamiento es lo primero y lo más importante. A ello hemos atendido tanto los diversos traductores como yo en mi redacción definitiva, con el fin de reflejarlo con la máxima fidelidad posible.
Segundo: máxima claridad en la dicción castellana y suma sencillez de expresión, junto al mayor rigor científico y a la corrección absoluta de la frase según el genio de nuestra lengua. He pretendido que el lenguaje sea claro y sencillo, no arcaico hebraizante o sacral, pero tampoco de última moda. Expresar la idea bíblica con la mayor claridad, transparencia y naturalidad ha sido mi principal preocupación. Con ello he intentado que muchas notas aclaratorias sean innecesarias para el lector de mediana cultura.
Introducciones.
En ellas he procurado exponer el estado actual de los problemas relativos a cada libro. Estas introducciones son exclusivamente mías. He manifestado en ellas mi pensamiento con absoluta sinceridad. Creo no haber sido ni excesivamente conservador, dentro del campo católico, ni tampoco modernista a ultranza. Quien utilice esta versión debe leerlas, atentamente antes de comenzar la lectura de cada libro. Paréceme que iluminan, con datos históricos y observaciones críticas, los problemas que cada libro entraña y que enfocan su lectura. Incluso suplen las muchas notas particulares que podrían ofrecerse al pie de las páginas.
Notas.
No ha sido poco el valor que he necesitado para prescindir del inmenso material de notas que había acumulado, con el cual hubiera podido redactar un no pequeño comentario. Pero, una vez determinado el criterio de que esta edición había de ser manual, no había más remedio que eliminar muchísimas notas ya preparadas. He conservado las imprescindibles, las que, aunque redactadas a manera de comprimidos, podían aclarar al lector de mediana cultura alguna frase oscura del texto o darle detalles de datos históricos y de fechas, con los que él pueda situar los principales pasajes de cada libro dentro del ambiente de la historia universal.
Todas estas notas ven al final de la obra según el orden tradicional de los libros sagrados.
Presentación.
Las introducciones generales y la particular de cada libro van en su lugar respectivo: al frente de cada grupo (¡as generales) y al frente de cada libro (las particulares). Sigue luego el texto sagrado, limpio de todo lo que pueda interrumpir su lectura continuada. El lector que desee alguna aclaración exegética, histórica o doctrinal seguramente la hallará en las notas que van al final de todo el texto. A continuación de las notas vienen unos breves apéndices sobre pesos y medidas usados en la Biblia, con su equivalencia aproximada en nuestro sistema métrico decimal. Igualmente, otro breve apéndice acerca de la correspondencia de los meses hebreos con nuestro calendario actual. Después, unos cuadros cronológicos de la historia del mundo antiguo en su relación con la Biblia. Por último, he añadido un Vocabulario relativamente amplio de todos los conceptos y palabras, repetidos muchas veces en los libros sagrados, donde el lector encontrará no pocos datos históricos, arqueológicos, exegéticos, doctrinales, con cuya continuada consulta le resultará más fácil la lectura de la Biblia. En la preparación de este Vocabulario me ha ayudado en buena parte Antonio Marlés. Unos mapas finales ilustran la geografía del mundo bíblico.
A todos cuantos me han ayudado en mi trabajo, mi más sincero agradecimiento.
Primero: reflejar fielmente el sentido literal del texto sagrado. Pero ello no comporta presentar una traducción verbal, palabra por palabra, que en el castellano de hoy, dada la diferencia de épocas y de lenguas, resultaría, especialmente por lo que respecta al hebreo, una traducción pesada, confusa, inaguantable y aun ininteligible. El pensamiento es lo primero y lo más importante. A ello hemos atendido tanto los diversos traductores como yo en mi redacción definitiva, con el fin de reflejarlo con la máxima fidelidad posible.
Segundo: máxima claridad en la dicción castellana y suma sencillez de expresión, junto al mayor rigor científico y a la corrección absoluta de la frase según el genio de nuestra lengua. He pretendido que el lenguaje sea claro y sencillo, no arcaico hebraizante o sacral, pero tampoco de última moda. Expresar la idea bíblica con la mayor claridad, transparencia y naturalidad ha sido mi principal preocupación. Con ello he intentado que muchas notas aclaratorias sean innecesarias para el lector de mediana cultura.
Introducciones.
En ellas he procurado exponer el estado actual de los problemas relativos a cada libro. Estas introducciones son exclusivamente mías. He manifestado en ellas mi pensamiento con absoluta sinceridad. Creo no haber sido ni excesivamente conservador, dentro del campo católico, ni tampoco modernista a ultranza. Quien utilice esta versión debe leerlas, atentamente antes de comenzar la lectura de cada libro. Paréceme que iluminan, con datos históricos y observaciones críticas, los problemas que cada libro entraña y que enfocan su lectura. Incluso suplen las muchas notas particulares que podrían ofrecerse al pie de las páginas.
Notas.
No ha sido poco el valor que he necesitado para prescindir del inmenso material de notas que había acumulado, con el cual hubiera podido redactar un no pequeño comentario. Pero, una vez determinado el criterio de que esta edición había de ser manual, no había más remedio que eliminar muchísimas notas ya preparadas. He conservado las imprescindibles, las que, aunque redactadas a manera de comprimidos, podían aclarar al lector de mediana cultura alguna frase oscura del texto o darle detalles de datos históricos y de fechas, con los que él pueda situar los principales pasajes de cada libro dentro del ambiente de la historia universal.
Todas estas notas ven al final de la obra según el orden tradicional de los libros sagrados.
Presentación.
Las introducciones generales y la particular de cada libro van en su lugar respectivo: al frente de cada grupo (¡as generales) y al frente de cada libro (las particulares). Sigue luego el texto sagrado, limpio de todo lo que pueda interrumpir su lectura continuada. El lector que desee alguna aclaración exegética, histórica o doctrinal seguramente la hallará en las notas que van al final de todo el texto. A continuación de las notas vienen unos breves apéndices sobre pesos y medidas usados en la Biblia, con su equivalencia aproximada en nuestro sistema métrico decimal. Igualmente, otro breve apéndice acerca de la correspondencia de los meses hebreos con nuestro calendario actual. Después, unos cuadros cronológicos de la historia del mundo antiguo en su relación con la Biblia. Por último, he añadido un Vocabulario relativamente amplio de todos los conceptos y palabras, repetidos muchas veces en los libros sagrados, donde el lector encontrará no pocos datos históricos, arqueológicos, exegéticos, doctrinales, con cuya continuada consulta le resultará más fácil la lectura de la Biblia. En la preparación de este Vocabulario me ha ayudado en buena parte Antonio Marlés. Unos mapas finales ilustran la geografía del mundo bíblico.
A todos cuantos me han ayudado en mi trabajo, mi más sincero agradecimiento.
Fray Serafín de Ausejo, OFMCap.
Barcelona, 15 de julio de 1975
Nota: Se ha escaneado y digitalizado las partes faltantes de este módulo y se ha hecho una revisión general del texto.