Un Diccionario enciclopédico, como el presente, es un documento ambicioso que sirve para el trabajo, la reflexión, el contraste y la solución de datos que se precisan en un determinado terreno del saber humano. En la medida en que es Diccionario se apoya en el orden y en la precisión. Cuando salta al campo de lo enciclopédico, aspira a la claridad, a la profundidad, a la racionalidad y a la continua ambición de la actualidad y de la universalidad.
Tiene aspectos, entonces, que superan el de la simple información documental, pero sin llegar a ofrecer en sus páginas reflexiones y sugerencias difusas que le acercan al nominalismo y a la verborrea. Pero muchos de los términos “superfluos” a primera vista deben ser entendidos en el contexto de los itinerarios educativos que se hacen constar en la segunda parte. Lo positivo y lo negativo debe juzgarlo el lector. Es él quien debe discernir de la utilidad de cada término, aprovechando lo que se ofrece en sus páginas y que puede emplear sólo en la medida en que cubren los datos las insuficiencias que motivan cada consulta.
El Diccionario es un instrumento para el servicio de los educadores de la fe: catequistas, pastores de almas, predicadores, profesores de religión, dirigentes cristianos, animadores de grupos. Está preparado para sistematizar y ordenar los conocimientos religiosos que una persona culta debe poseer, si quiere disponer su espíritu y el de sus dirigidos para acoger la fe en el momento en que el alma se acerca a ella. Por eso no es documento exhortativo, reflexivo, sugestivo en temas religiosos, sino informativo y sugestivo.
El educador de la fe puede hallar en estas páginas el material y las pistas que le ayuden a exponer con orden las ideas de la Iglesia, no las suyas; y para sistematizar con precisión los temas y concretar con habilidad sus explicaciones; para seguir un itinerario de formación en un campo, por ejemplo el bíblico o el histórico. Es un servicio previo a la acción espiritual, ya que debe estar persuadido de que no puede haber fe donde haya ignorancia. Si la fe fuera sólo respuesta afectiva a una insinuación emocional, bastaría un simple libro de lectura pastoral y espiritual para mantenerla. Pero si la fe es una adhesión personal a Dios, a Cristo y a los misterios revelados y transmitidos por la Iglesia, se precisa mucha claridad en las ideas y mucha documentación en las actividades educadoras. Contribuir a ello es el objetivo que se pretende con esta aportación documental.
La ignorancia religiosa ha sido siempre en la historia el motor de los desajustes, cismas, errores y movimientos heterodoxos, personales y colectivos, terminados en actitudes de incredulidd o de marginación religiosa, es decir en crisis. El Diccionario presente es un granito de arena en la lucha contra la ignorancia religiosa. Con todo al ser un diccionario catequístico (pastoral) y no sólo meramente catequético (pedagógico) y teológico, se entretiene también a veces en ofrecer pistas operativas y sentimientos clarificadores de la conciencia. El educador sabrá diferenciar con facilidad, cuando lo consulte, lo que es un afecto sugerido y lo que es un dato teológico o una pista operativa y de aplicación personal.
El diccionario aspira a ser dos cosas para los educadores y animadores:
a) Quiere ser un lugar de consulta, que es la primera misión de todo instrumento pedagógico que se ampare en la idea de Diccionario. Por eso se exponen los datos con orden, suficiencia, concreción y objetividad. En este sentido es un Diccionario teológico, tanto doctrinal, moral y cultual. Y lo es también bíblico, litúrgico, histórico y hasta geográfico. Con todo, al ser "catequístico" y no sólo teológico o racional, se intenta que sus informaciones sean exposición general, objetiva y adaptada a las enseñanzas ordinarias de la autoridad religiosa de la Iglesia y cauce de sugerencias de cómo se debe actuar en la tarea educadora. Se evitan, pues, los aspectos conflictivos y los temas fronterizos. Se atiende a la doctrina ordinaria. Se intenta exponer "lo que enseña la Iglesia" universal: Magisterio, Tradición, Sagrada Escritura.
b) Pero también quiere ser un recurso y un instrumento de autoformación y de preparación, personal o colectiva según los casos. Para ello se han colocado a continuación de los vocablos propios del Diccionario ordenados alfabéticamente, un abanico de interesantes y multiformes itinerarios formativos (se señalan 70), que pueden ayudar a los usuarios a mejorar sistemáticamente sus conocimientos religiosos.
Se habla de itinerarios porque la persona interesada en prepararse mejor en un campo, en una materia, en una “asignatura”, en un terreno concreto, puede seguir los términos que se van indicando por orden lógico y práctico. Al terminar la lectura pausada y didáctica de todos ellos (itinerario general) o de parte selecta (itinerario abreviado), habrá conseguido una visión relativamente amplia del terreno o campo de su preferencia.
Por eso motivo se ha pretendido que el Diccionario sea lo suficientemente amplio, variado y expresivo para que pueda adaptarse a todos los que busquen en sus páginas, no sólo un arsenal rico en el que poder explorar con facilidad e informarse con claridad en un concepto, sino también realizar un proceso formativo que tenga que ver con la fe, con la doctrina, con lo moral, con la pedagogía, con la cultura religiosa.
Es un Diccionario amplio:
- 6.400 conceptos o entradas se explican con suficiente claridad;
- 265 de ellos son de larga extensión: dos o más páginas;
- y 440 lo son de mediana amplitud (entre media y una página);
- los gráficos ilustrativos y sugestivos son cerca de 900;
- y los esquemas, bocetos, cronogramas o ideogramas pasan de 300.
Intenta ser un Diccionario práctico y de fácil manejo.
- Cada término tiene indicado un número correspondiente al plan "decimal" que se hace constar a continuación de este comentario. Es un intento modesto de situar el término en un contexto global de lo que puede ser un abanico ambicioso de las ciencias y conocimientos relacionados con las catequesis, la catequética, la pedagogía religiosa y las ciencias afines a la pedagogía. Con todo ello se intenta orientar las actividades pastorales y apostólicas para que resulten eficaces.
- En muchos términos se hace referencia al final de su texto a otros términos o conceptos análogos o vinculados con el presente, por si el lector pretende más información.
- Y en los términos se prefieren informaciones usuales y tradicionales, más que planteamientos teóricos o críticos, sin eludir la redacción dubitativa, si se trata de una cuestión o datos discutible.
El material ofrecido es, pues, amplio y práctico, al mismo tiempo que sistemático, selecto y concreto. Se quiere ofrecer algo más que un instrumento de consulta y de trabajo y los usurarios del Diccionarios dirán si se ha conseguido el objetivo previsto. Con frecuencia se usará en forma de consultorio y quien mire una página lo hará apremiado por el tiempo. El consultor tendrá entonces, por hacerlo de forma rápida, que ver las cosas con claridad. Por eso se dividen los artículos amplios en fragmentos numerados que facilitarán cada consulta.
Téngase siempre presente que el Diccionario no da soluciones categóricas a los planteamientos teológicos que a veces se presentan y motivan la consulta. Pero tampoco se queda en sugerencias hipotéticas en las cuestiones debatidas y que tantas veces se despachan con deliberada ambigüedad. Al fin y al cabo, los dogmas cristianos son pocos y los preceptos morales contundentes no muchos en el cristianismo.
El Diccionario no pretende evitar el esfuerzo y la responsabilidad de la reflexión personal. Pero no quiere fatigarle con consideraciones o planteamientos marginales, que no encajan en el motivo de la mayor parte de las consultas. Los catequistas y los educadores de la fe, por su naturaleza no son filósofos de la religión (que actúan con la lógica) ni teólogos (que añaden la fe a la razón). Son pastores de almas y de mentes. Son evangelizadores.
Desde la perspectiva del mensaje cristiano, la cultura es importante, pero no suficiente. Se precisa más entender a las personas por su valor de testimonio, a las ideas por su sentido de mensaje vivificador, a los hechos por su reflejo de la vida cristiana. En esa dirección se desenvuelven las explicaciones y los comentarios, más sintéticos que analíticos, que se brindan en estas páginas.
Lo que sí debe quedar claro para los usuarios es que en este Diccionario se ha intentado evitar por igual las terminologías ambiguas, a las que tantas veces propenden los teólogos modernos, infectados con frecuencia de nominalismo y de logorrea. Se eluden también las actitudes críticas con respecto a las enseñanzas magisteriales. Se evita tomar partido en los temas opinables. Se evitan las definiciones intransigentes, que tientan a los integristas, y las afirmaciones difusas que contagian a los periodistas. No es fácil lograr la claridad y la armonía en ocasiones, pero casi resulta agradable reconocer que en la mayor parte de las cuestiones se consigue al menos de modo suficiente. No es humildad el ocultarlo y no quisiera ser arrogancia el reconocerlo.
Quiera Dios que los usuarios y consultores del Diccionario así lo entiendan y que la mejora de sus actitudes, la mayor claridad en sus planteamientos y el más elegante estilo en sus tareas docentes y pastorales sean también fruto de toda la ayuda que estas páginas les puedan brindar con desinterés y con generosa y fecunda disponibilidad y oportunidad.
P. Ch.